La resurrección de los métodos para adelgazar por los pies
Adelgazar por los pies, ¿te suena? Habrá a quien le parezca una idea novedosa y ya esté tecleando en Google para comprar estos inventos, porque ¿y si funciona?… Pero lo cierto es que hace años que salieron al mercado (año 2011), aunque parece que ahora resurgen de sus cenizas.
Cuando creíamos que estaba todo inventado, nos sorprenden con parches y anillos para perder peso, ¡por los pies!
En estas semanas han sido varias las personas que me han hablado de parches y anillos para perder peso, por los pies. Con tan solo «perder peso» y «pies» en la misma frase, ya podemos deducir que hay gato encerrado. Pero claro, si me lo han preguntado es porque había una (aunque pequeña) duda. ¿Hasta qué punto puede la industria jugar con nuestra ignorancia?
Los métodos para adelgazar por los pies
Probablemente haya más gadgets para ello, pero yo voy a hablaros sobre los dos que han llegado a mis pantallas últimamente, los anillos adelgazantes magnéticos y los parches podales para perder peso:
Anillos magnéticos adelgazantes
Se trata de un anillo de silicona que se pone en el dedo gordo del pie y que posee un dispositivo magnético que actúa sobre 1.000 puntos de acupuntura a escala, con lo que ayudarás a reducir la grasa acumulada en el cuerpo, aumentar tu metabolismo y mejorar la circulación sanguínea. ¿Qué hacen los anillos para adelgazar? Obviamente, estoy citando textualmente lo que dicen hacer y su funcionamiento, porque obviamente estamos ante un fraude más.
Parches podales para adelgazar
naturalmente eficaz a desintoxicar el cuerpo mientras duerme, quitando con eficacia las toxinas y los residuos metálicos que son perjudiciales a la salud». Sí, otro fraude.
Por supuesto, siempre acompañados de dieta sana y actividad física a diaria. Pero eso no influye para nada en la pérdida, es todo gracias al anillo/parche. ¿Se nota mi ironía?
El problema real de estos métodos para perder peso
Aunque esto es un problema, el culpable de ellos no es el consumidor, sino el vendedor. El consumidor no tiene culpa de creer en ello y pagar por ello y es que probablemente sea víctima de la desesperación y deseo de perder peso.
Pero el que lo crea, vende y comercializa, ese sí es el gran culpable. Porque con consciencia plena está jugando con las personas, saben que tienen una necesidad y la aprovechan para venderles humo.
También le doy parte de la culpa al que promociona ese producto, como influencers o celebrities, que por unos cuántos dólares dan su imagen (delgada y con curvas) para que la asocien al uso del producto. En este caso concreto no hay graves consecuencias, al menos no para la salud, pero tenemos otros gadgets y productos milagro que sí que lo hacen como la malla lingual o las pastillas adelgazantes. Así que de nuevo, no importa la salud de las personas, sino el dinero de la industria.
La solución a este problema
La solución es bien sencilla: no creernos nada. Y tal y como explico en el curso de diaita, menos si:
- Prometen resultados rápidos o resultados asombrosos o «mágicos» (Ej.: «cura milagrosa», «ingrediente secreto», «antiguo remedio», «punto de estimulación del hambre», «termogénesis» etc.).
- Prohíben el consumo de un alimento o grupo de alimentos.
- Contienen afirmaciones que contradicen a colectivos sanitarios de reputación reconocida.
- Incluyen relatos, historias o testimonios, sin documentar, para aportar credibilidad.
- Se pueden autoadministrar o implementar sin la participación de profesionales sanitarios cualificados (“hágalo usted mismo”).
- Contienen listados de alimentos buenos y malos.
- Exageran o distorsionan la realidad científica de un nutriente o alimento.
- Estos métodos para adelgazar incluyen o se basan en el consumo de preparados que vende quien promueve el tratamiento dietético.
- Los preparados a consumir (productos dietéticos o similares) tienen un coste muy elevado si los comparamos con el valor económico de obtener los mismos resultados comiendo alimentos comunes.
- Garantizan los resultados o prometen “devolver el dinero” si no funciona.
- Afirmaciones que sugieren que el producto es seguro, ya que es «natural».
- Suelen desligarse de los posibles efectos adversos de su uso con frases parecidas a: “el autor o el fabricante no se responsabiliza de…”.
- Conclusiones simplistas extraídas de un estudio científico complejo.
- Recomendaciones basadas en un único estudio, o en estudios realizados con pocas personas (muestra no representativa), seguidas durante un breve espacio de tiempo (suelen acompañarse de frases como «descubrimiento científico»).
- O basadas en varios estudios realizados en animales o en modelos celulares (in vitro).
- O a partir de estudios que ignoran diferencias entre individuos o grupos.
También tenemos otra solución para adelgazar: ponernos en buenas manos, en manos de un dietista-nutricionista cualificado que nos ayude a bajar de peso. No buscar la vía rápida y fácil, sino el camino hacia el cambio de hábitos y la dieta sana. Si el camino es largo, el resultado será largo.
Y si no, aprender. Aprender a tener salud gracias a unos buenos hábitos de vida. Aprender a llevar una vida sana.