La fertilidad es la capacidad que tienen los seres vivos para reproducirse durante un “tiempo razonable”. Por tanto, la infertilidad es, siguiendo con la definición anterior, la pérdida de esta capacidad para reproducirse en el tiempo estimado como razonable y, en términos médicos, debe considerarse una enfermedad por carencia, ya que, las parejas que la padecen piden ayuda porque no pueden tener descendencia y esto les supone una pérdida de bienestar psíquico, uno de los pilares fundamentales en la definición de salud.
Los factores de vida ambientales también afectan a la posibilidad de poder tener hijos. Entre estos factores hay que tener en cuenta:
* El tabaco: tiene un conocido efecto nocivo en nuestro organismo a nivel pulmonar pero este efecto no se queda aquí si no que afecta a otros sistemas como el sistema reproductor influyendo tanto en la fertilidad masculina como femenina. Por tanto, si estás pensando en quedarte embarazada es mejor que dejes de fumar.
* El alcohol: el consumo excesivo de alcohol puede dificultar la formación de óvulos y favorecer una peor calidad espermática en los hombre con lo que, ambos miembros de la pareja deberían reducir su consumo para favorecer el embarazo.
* El peso y la alimentación: el peso de los dos miembros de la pareja, ya sea en exceso o en defecto, afecta de manera negativa a la posibilidad de tener hijos. Por su parte, se debe llevar a cabo una correcta alimentación para favorecer que todos los procesos se den de manera adecuada en nuestro organismo pero, según algunos estudios, ciertos nutrientes podrían ayudar a favorecer la fertilidad tanto masculina como femenina.
La alimentación en el hombre debe ser rica en:
– Los ácidos grasos posiinsaturados (AGPI) y el DHA: los AGPI, si son aportados en un correcto equilibrio, tiene importantes efectos beneficiosos a nivel cardiovascular y son imprescindibles para el buen funcionamientos de nuestro organismo. El ácido omega-3, en especial, el docosahexanoico (dha), se ha encontrado también en grandes cantidades dentro de las células de sertoli, encargadas de la espermatogénesis. Los especialistas creen que este componente, situado en la cola del esperma, podría proporcionar la elasticidad necesaria para su movimiento normal. Las fuentes dietéticas de los ácidos omega-3 son el aceite de pescado (contiene tanto dha como epa, otro derivado de la familia omega-3), ciertos aceites vegetales (aceite de soja, aceite de lino, etc.) o frutos secos como las nueces.
– El ácido fólico: según los estudios realizados este nutriente influye, en el caso del hombre, sobre el número y la movilidad espermática. También se sugiere que, como el ácido fólico es imprescindible para una correcta división celular, su déficit esta relacionado con alteraciones en el adn del espermatozoide que pueden ser causa de defectos congénitos en el futuro bebé. Por todo esto, sería recomendable mantener las dosis necesarias de ácido fólico para evitar carencias (200 μg./día). Si se quiere aportar a través de la alimentación, su principal fuente entre los alimentos son las verduras de hoja verde, las legumbres y los frutos secos.
– Los antioxidantes: la oxidación de nuestro organismo se produce de manera fisiológica en todos nosotros, y afecta entre otros al sistema reproductor masculino, pero ésta se puede ver acelerada en determinados ambientes en los que el hombre se ve expuesto a pesticidas, insecticidas y metales pesados (plomo, mercurio, etc.) o, por el hábito tabáquico o el ejercicio excesivo. Este efecto, y sus consecuencias, se pueden ver contrarrestados en parte mediante una alimentación equilibrada con un alto contenido de nutrientes antioxidantes.
* Vitamina C: es un nutriente con un alto poder antioxidante. Sus recomendaciones pueden aumentar en caso de fumadores o deportistas. La mayor fuente alimentaria son las frutas y verduras, sobre todo crudas, ya que es destruida con el calor.
* Vitamina E: esta vitamina con efecto antioxidante esta ampliamente distribuida den la naturaleza, sus principales fuentes son los aceites vegetales (en especial el aceite de oliva) o los frutos secos oleaginosos.
* Vitamina A y los β-carotenos: a parte de su función protectora de las células del aparato reproductor masculino ante el proceso de envejecimiento, favorece la producción de progesterona, hormona que interviene en las funciones del sistema reproductor masculino. El aporte a través de la alimentación puede realizarse a través de la vitamina A preformada (retinol) o de β-carotenos. La vitamina A se encuentra mayoritariamente en la grasa de origen animal como las que contienen las carnes grasas o lácteos enteros por eso, su aporte es más recomendable a través de β-carotenos que se encuentran frecuentemente en vegetales y frutas con un color anaranjado o rojizo (zanahoria, tomate, calabaza, albaricoque, melón, etc.).
* Selenio: también este antioxidante es fundamental para la fertilidad del hombre ya que se cree que influye en la calidad y motilidad de los espermatozoides. Su principal fuente son los cereales integrales, los pescados y los mariscos y, en menor grado, frutas y hortalizas, en las cuales, su contenido varia dependiendo de la concentración de los suelos en que se cultivan.
* Zinc: aparte de su poder antioxidante, el zinc esta implicado en el desarrollo de los órganos sexuales. También se relaciona con la cantidad y movilidad del esperma y con la cantidad de testosterona (hormona masculina) en el organismo. La posible carencia de zinc, por tanto, deberá ser controlada teniendo en cuenta que las fuentes alimentarias a través de las cuales se puede obtener son los mariscos, la carne magra, los pescados, los huevos y las legumbres.
La alimentación en la mujer debe ser rica en:
– El ácido fólico: es una vitamina del grupo B aconsejada en las embarazadas para evitar problemas neuronales en el futuro bebe. Pero además, si hacemos referencia a la fertilidad, se relaciona con el riesgo de aborto espontáneo en algunos estudios. Por tanto, por estos dos motivos, se recomendará una dieta que cubra las necesidades de este nutriente a todas las mujeres que quieran quedarse embarazadas. La ingesta recomendada de este nutriente para mujeres adultas de aproximadamente 200 μg/día que, desde el primer día de embarazo deben ser aumentadas a unos 400 μg/día, una dosis muy difícil de alcanzar únicamente mediante la alimentación. Como no es imposible determinar el día exacto en el que va a comenzar el embarazo y, debido a esta imposibilidad de llegar a la dosis requerida únicamente mediante alimentación, este nutriente suele ser suplementado por el ginecólogo si la mujer está intentando quedarse embarazada. Pese a esto, a través de la alimentación también se puede ayudar mediante levadura de cerveza, verdura de hoja verde (acelgas, espinacas…), legumbres, frutos secos, cereales de desayuno enriquecidos, etc.
– Vitamina A y los β-carotenos: esta vitamina, y sus precursores, los β-carotenos; son imprescindible para el correcto mantenimiento de las diversas mucosas del organismo, entre ellas, la mucosa uterina, donde debe implantarse el óvulo fecundado. Por otro lado, también interfiere sobre el ciclo menstrual, en el desarrollo de la placenta y en otros aspectos de la reproducción femenina. Por tanto, hemos de asegurar cubrir las necesidades de esta vitamina que, como se ha comentado antes se puede hacer a través de una alimentación rica en frutas y hortalizas de color rojizo o anaranjado.
– Vitamina E: también denominada en algunos casos vitamina de la fertilidad puesto que, se ha relacionado su déficit con la incapacidad para la reproducción en distintas especies animales. Aunque en humanos no existen estudios suficientes al respecto, se cree que la relación entre vitamina E y el sistema reproductor se debe a que la vitamina E tiene un alto poder antioxidante que protege los tejidos de los radicales libres y toxinas ambientales. Por tanto, para que no existan carencias de esta vitamina tendremos que asegurar unas dosis adecuadas a través de sus principales fuentes que, como ya se dijo anteriormente son, los aceites vegetales (en especial el aceite de oliva) o los frutos secos oleaginosos
– Hierro: es muy importante empezar un embarazo con unas concentraciones séricas de hierro óptimas ya que, durante el embarazo las demandas del mismo se van a ver incrementadas. Existe una tendencia natural hacia a la anemia en el embarazo que se puede contrarrestar en mayor medida si empezamos con un buen aporte del mismo. Por otro lado, algún estudio relaciona la ingesta de suplementos de hierro con un menor riesgo de infertilidad ovulatoria pero se requieren más estudios para afirmar o descartar esta asociación. Sea por una o por otra causa, en la dieta de la mujer que desea quedarse embarazada, vamos a controlar que sus aportes de hierro sean los necesarios para que no haya problemas en la concepción o durante el embarazo. Los alimentos que lo pueden aportar son las carnes, pescados, las legumbres, los frutos secos, el huevo o verduras como las espinacas, los espárragos o las judías.
– Zinc: el zinc influye en la ovulación y fertilización y, durante el embarazo, una deficiencia de zinc puede provocar diversas anomalías como aborto espontáneo, malformaciones, retraso en el crecimiento o prematuridad. Por otro lado, como antioxidante, puede ayudar al retraso del envejecimiento celular y folicular que aumentará las posibilidades de embarazo.