La leche es un alimento muy completo nutricionalmente: aporta hidratos, proteínas y grasas, además de calcio y vitamina D, entre otros.
Podemos encontrar leche de diferentes animales, siendo la de cabra la más digestiva, y también su versión vegetal, siendo la de soja la que más se le asemeja nutricionalmente hablando.
Dentro de las leches animales podemos diferenciar:
– Leche cruda: Es la que se obtiene directamente del animal, sin ningún proceso ni manipulación. Es tóxica y está desaconsejado su consumo.
– Leche fresca: Es la que encontramos refrigerada. Ha sido tratada y eliminado esa toxicidad. Tiene más sabor y mejor calidad nutricional (aunque tampoco es exagerada la diferencia).
– Leche UHT. Es la que encontramos en los estantes de los supermercados. Ha sufrido todo un proceso de pasteurización y ha sido tratada industrialmente para hacerla apta al consumo y poder mantenerse sin necesidad de refrigerarse.
También podemos diferenciar:
– Entera.
– Semidesnatada.
– Desnatada.
La diferencia entre ellas es la cantidad de grasa y en consecuencia de vitaminas liposolubles. Es más saludable tomar la entera ya que además de contener más vitaminas, es más saciante y por lo tanto ayuda a controlar la ansiedad.
Finalmente, cabe decir que la edad de introducción es a partir del año aunque se recomienda lactancia materna hasta los 2 o más. Si queremos saborizar esta leche, nunca con azúcar o cacao en polvo (70% azúcar). Podemos utilizar canela, cacao desgrasado en polvo sin azúcares o café.
