Nubes, fresas, plátanos, chicles, caramelos … Las golosinas no tienen edad. Hacen felices cualquiera pero, como siempre, con medida. Pero, ¿De qué están hechas? ¿Cómo las absorbe nuestro organismo? ¿Por qué se ha puesto de moda regalarlas durante una carrera atlética?

La composición básica está formada por azúcar y aditivos. Glucosa más fructosa. Aquellas con una textura más gomosa, sobre todo las tipo ositos de goma, están hechas de gelatinas que, en muchas ocasiones, son proteínas de baja calidad. Es verdad que esta gelatina se saca muchas veces de la piel y los huesos de los animales.

Cuando comes una chuchería, digieres rápido y da sensación de bienestar por la cantidad de azúcar en la sangre. Pero por acción de la insulina, también baja muy rápido. Con un azúcar alto te encuentras muy bien, pero cuando estás hipoglucémico estás más apático y necesitas más. Pero no es el cuerpo quien te lo pide. Lo que tiene de malo es que si te tomas un caramelo a mitad de horas te da una energía rápida. Es una inyección intravenosa de azúcar y luego como haces una descarga de insulina tienes una hipoglucemia. Primero estás eufórico y luego te viene la bajada.

¿Pasa algo si como una al día? Pasar, pasar, no pasa nada pero sí que estás creando un hábito insano e innecesario.