Episodio 408. ¿Son los caldos de brick saludables?

Los caldos de brick, aunque no son la mejor opción, pueden sacarnos de algún que otro apuro.
Vamos a asumir que aunque es muy sencillo hacer caldo en casa, con esta preparación está pasando lo mismo que con el gazpacho: desde que lo venden en bricks listo para usar cada vez es menos la gente la que lo prepara.

Es cierto que los primeros caldos envasados eran de pollo o carne, con lo que las personas vegetarianas no los compraban. Pero hoy en día casi todas las marcas incluyen al menos un caldo vegetal en su oferta, así que si tenemos varios entre los que elegir, por tanto vamos a ver en qué fijarnos:

Para saber si estás frente a una opción saludables, debes comprobar bien los ingredientes: no será la primera vez que un caldo de verduras o de setas lleva extracto de pollo o ternera.
Fíjate en si lleva algún tipo de grasa, en el caso de que la lleve, que sea aceite de oliva, mejor si es virgen extra.

Un caldo de brick, está pasteurizado, no necesita conservantes ni otros aditivos, descarta aquellos que los lleven. Es habitual que les pongan glutamato monosódico (E-621), un potenciador del sabor, sobre todo a caldos aguachirri para que sepan más ricos.
Controla la cantidad de sal, otro clásico para que sepan a algo. Recuerda que por encima de 1g de sal por cada 100g o 100ml es “mucha sal”.

Por supuesto, un caldo casero, hecho con verdura fresca de temporada, van a ser mucho mejor opción. Además son preparaciones que se congelan muy bien, con lo que podemos preparar cantidades grandes e ir usándolas poco a poco.

A diferencia de los caldos en brick, las pastillas de caldo concentrado son una pésima elección. Más de la mitad de su contenido es sal, por no hablar de que llevan E-621, aceites vegetales refinados e hidrogenadas, azúcar y un sinfín de aditivos.

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