El gasto energético es la energía que consume nuestro cuerpo. Esto incluye varios factores, unos no modificables:
– Metabolismo basal: energía que consume nuestro cuerpo para realizar las funciones vitales, es decir, para mantenerse vivo.
– Efecto térmico de los alimentos: energía empleada en los procesos de digestión, absorción y metabolización de los alimentos.
Y otros que sí podemos modificar:
– Ejercicio: el ejercicio o deporte que practicamos: ir al gimnasio, clases de baile, running, actividades dirigidas…
– Rutina diaria: levantarnos, hacer la comida, recoger a los niños…
El problema está cuando nuestro gasto modificable deja de serlo, es decir cuando por una lesión, baja, enfermedad o cualquier otro motivo no podemos practicar ejercicio ni realizar nuestras rutinas diarias. Es en esos casos, en los que debemos modificar nuestra alimentación.
Para no aumentar peso, debemos reducir nuestra ingesta calórica a fin de que el gasto energético se compense y equilibre con la energía ingerida. No debes eliminar ingestas, ni tampoco grupos de nutrientes, simplemente adecuar tu pauta en cuanto a calorías a tu nuevo gasto energético.
