¿Por qué no adelgazo?

«¿Por qué no adelgazo?» es una pregunta que muchos se hacen y que pocos encuentran la respuesta. Yo si la tengo.


¿por qué no adelgazo?Dado el grave problema de sobrepeso y obesidad que sufrimos hoy en día en España (más de la mitad del país tiene un problema relacionado con su peso), el objetivo principal de muchísimas personas es la pérdida de peso. Lo más común es buscar el camino rápido y fácil, aunque ello implique hacer una inversión importante en diferentes formatos, tamaños y diseños de productos o fórmulas milagrosas. Y uno tras otro, hasta que pierden totalmente la confianza en si mismos -y en la nutrición- y asumen (erróneamente) que ellos no pueden perder peso, que están condenados a tener ese exceso de grasa de por vida.

Y entonces se hacen esa pregunta: «¿Por qué no adelgazo?» y además suele llevar añadida la coletilla de «si lo he probado todo». Tengo que decirles (deciros), que no lo han (habéis) probado todo, falta probar el camino lento y costoso pero duradero, que cambiará sus (vuestras) vidas para siempre. Conseguirán (conseguiréis) un peso saludable y lo mejor de todo, ¡de por vida!

No obstante, puede que, habiendo escogido el camino correcto: la alimentación sea saludable, se lleve una vida activa y se practique actividad física, no se fume, en definitiva se practique la diaita, sigamos sin perder peso. Y por ello el post de hoy. Quiero hablaros de los motivos principales que nos llevan a no perder peso aún «haciéndolo todo bien».

«Por un día no pasa nada» 

Esta es otra frase que solemos escuchar -o decir- muy a menudo. Es una frase para justificarnos y poder sentirnos bien con nosotros mismos al estar cometiendo un mal hábito, como comiendo un producto insano o bebiendo alcohol. También sirve para aquellos que dicen no comer productos ultraprocesados. La cuestión no es el qué, sino el cuánto. ¿Hablamos realmente de un día? ¿o cada día hay algo que por lo que no pasa nada? Analicemos:

  • Lunes: Fulanita trajó crusancitos al trabajo porque el sábado fue su cumpleaños y cogí uno, por no hacerle el feo. Otra frase que sirve para limpiar nuestra conciencia.
  • Martes: Qué día más malo oye… y qué pasé por delante de la panadería y dije ¡con todo lo que trabajo y trago, me lo merezco!
  • Miércoles: Mi hijo se empeñó en que le comprara los pastelitos de los chipirifláuticos, y por tal de no oírlo…total, que me los he acabado comiendo yo, porque el solo quería el cromo.
  • Jueves: Menganito me llamó, y con la de tiempo que hacía que no nos veíamos, ¿cómo podía negarme a tomarme una cerveza con él?
  • Viernes: Qué ganas de salir de trabajar y quedar con la amigas para tomar un café… y un dulce.
  • Sábado: Mis suegros y cuñados a comer a casa y claro, cómo no voy a sacar de todo, que luego hablan mucho…
  • Domingo: Hoy es el único día que tengo para descansar y oye, después de toda la semana, me merezco un capricho, que me he portado muy bien…

cafe

Vaya, resulta que en una semana, no hay día que no hayamos comido o bebido algo fuera de un patrón saludable. Y esto sin contar días festivos, vacaciones, viajes de trabajo, reuniones, visitas improvisadas, familiares enfermos, visitas de urgencia… siempre hay algo, solo depende de ti dejarte llevar o no.

Para que esto no os pase y sepáis como gestionarlo os aconsejo que apuntéis todo aquello que coméis y más cuando son alimentos insanos. Al final de la semana analizad y pensad qué podríais haberos ahorrado (si tenéis 5 eventos, elegid los imprescindibles) y en los días en que si o si teníais que ir, que elecciones hicisteis y qué sustitutos podríais haber elegido.

«Como mucha verdura y fruta»

Aquí viene la percepción errónea de la realidad. Cuánta gente me dice «yo como mucha fruta» o «me siento como un conejo, todo el día comiendo verdura»… Y entonces profundizas en sus hábitos. Y te das cuenta que de repente, todo vale como fruta: los pasteles con fruta, los yogures de sabores, los zumos de fruta (naturales, por supuesto), las gominolas de fruta… Siento deciros, tal y cómo expliqué en este post, que eso no cuenta como fruta. Ni como media ración. Una ración de fruta es una pieza entera, y a poder ser con piel, de cualquier pieza de fruta natural. Para los más científicos, entre 150 y 200 gramos de fruta masticable y natural. Y a poder ser de temporada y proximidad.

E igualmente pasa con las verduras. Tener un plato con 4 verduras de acompañamiento no es comer verduras. Comer 4 judías verdes con 2 patatas enormes no es comer verdura, tomar sopa o consomé de verduras, no es comer verduras. Comer verdura es que el alimento principal de tu comida y cena sean verduras. Que tu plato sea verde (o de colorines) tanto por la mañana como por la noche. Y siempre doblando la proporción con el resto de alimentos, tal y cómo representa el plato de Harvard. De nuevo, para los más técnicos, 400 gramos diarios solo de verduras.

«No tengo tiempo para comer»

no tengo tiempo para comerComer rápido engorda. Tan simple y llanamente. Comer con estrés, prisa, pensando en otras cosas, de pie, en menos de 20 minutos, con la tele o sin dedicarle una mínima atención, engorda. Comiendo de ese modo no das tiempo a que tu cuerpo reaccione y te envíe señales de saciedad, por lo que comes aun no teniendo hambre (pero tu no lo sabes porque no has dejado tiempo), y luego te sientes pesado, incómodo e hinchado. Porque has comido rápido y en exceso. Además favoreces el comer cualquier cosa o incluso saltarte la ingesta. Además favoreces tener hambre antes, y picotear. Incluso ocasionarte ansiedad, que acabas calmando con productos insanos. Y todo eso te lleva a aumentar de peso.

A la hora de comer debemos estar en un ambiente relajado, tranquilo, sin distracciones y desconectando de todo y todos. Es tu momento para disfrutar de los alimentos, para saborearlos, para sentirlos…es el mejor momento del día para conectar con la comida, entender qué comes y por qué. La base principal de esta filosofía es el Mindful Eating, derivado del Mindfulness. Y funciona.

Para conseguirlo debes tener clara una cosa: poder es querer. Si tu no tienes tiempo es porque no quieres tenerlo. Si tu no puedes comer tranquilo/a es porque no quieres. Bloquéate la agenda, media hora ni que sea. A las doce, a la una a las dos o a las cinco. Pero permítete 30 minutos de relax para comer, porque eso sí te lo mereces. Si aún así no lo consigues, come con tenedor pequeño, mantén el alimento en la boca hasta tener una consistencia de puré y deja los cubiertos en la mesa a cada bocado. Es cuestión de aprender a comer, de cambiar el hábito y de reeducar tu forma de alimentarte.

Alcohol: las calorías invisibles.

calorias vacias

Dejando a un lado que el alcohol mata, hablemos de las calorías que contiene. Hablamos de alcohol, pero podríamos incluir aquí cualquier refresco o bebida azucarada, incluyendo las tónicas, bebidas energéticas, acuarius… Son las calorías invisibles, ya que pasan totalmente desapercibidas, pero ahí están. Y además, cuanto más lo tomas, más quieres y menos te importa.

Tal y cómo detalle en el post «El alcohol no es saludable, ni una copita de vino«, aquí os dejo las calorías aproximadas (puede variar según la marca) de algunas bebidas alcohólicas, para que veáis las calorías que tienen. Debemos tener en cuenta que no todas las consumís solas (cada refresco son +100kcal) ni en estas cantidades, calculad bien:

  • Cava o champán (una copa, 100 ml): 71 Kcal.
  • Cerveza rubia (botella individual de 320 ml, “mediana”): 105 Kcal.
  • Licores (un “chupito”, 40 ml): 90 Kcal.
  • Sangría (un vaso, 150 ml): 107 Kcal.
  • Vermut (una copa, 100 ml): 139 Kcal.
  • Vino blanco (una copa, 100 ml): 70 Kcal.
  • Vino tinto (una copa, 100 ml): 63 Kcal.
  • Vodka (una copa, 50 ml): 117 Kcal.
  • Whisky (una copa, 50 ml): 119 Kcal.
  • Ginebra (una copa, 50 ml): 111 Kcal.
  • Ron (una copa, 50 ml): 117 Kcal.

Para solucionar esto basta con tomar otras bebidas como infusiones, cafés, aguas infusionadas, agua, agua con gas y si queremos sentirnos más integrados, cerveza sin alcohol, gaseosa o tónica sin azúcar, incluso hasta un refresco light o zero.

Y mucho más

Lo cierto es que solo he detallado aquellas cuestiones que me parecen más importantes para explicar «por qué no adelgazo» y que me parece que son las que más se nos escapan. Pero hay bastantes más factores que influyen en que no se consiga la pérdida de peso. Lo mejor y lo más importante y mi último consejo de hoy es que, si queréis perder peso escojáis el camino correcto, el largo y difícil pero duradero. Y si ni así conseguís vuestro objetivo, os pongáis en contacto con un dietista-nutricionista (recordad que disponéis de la primera visita gratuita en mi consultoría) que analice vuestro caso y os personalice un plan dietético. Con su ayuda, seguro que lo conseguiréis.

María Merino Fernandez, nutricionista
María Merino Fernández
Diplomada en Nutrición y Dietética por la Universitat de Barcelona, Máster en Nutrición y Metabolismo por la Universitat Rovira i Virgili y Curso de extensión universitaria en Nutrición deportiva por la Universitat de Barcelona.

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